¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? Y por la ropa, ¿por qué os preocupáis? Observad cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de estos. Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? (Mateo 6:27-30)
Mateo 6 contiene al menos siete promesas diseñadas por Jesús para ayudarnos a pelear la buena batalla contra la incredulidad y liberarnos así de la ansiedad. En la Parte 1 vimos las promesas 1 y 2; hoy veremos las promesas 3 y 4.
PROMESA 3: ¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? Y por la ropa, ¿por qué os preocupáis? (Mateo 6:27-28).
En cierto modo, esta también es una promesa, la simple promesa de la realidad: la ansiedad no nos hará ningún bien. Este no es el argumento principal, pero a veces simplemente tenemos que ponernos firmes con nosotros mismos y decirnos: «Alma, este afán es absolutamente inútil. No solo estás trastornando tu propio día, sino el de otras personas por igual. Déjalo en manos de Dios y sigue haciendo tu trabajo».
La ansiedad no logra nada que valga la pena.
PROMESA 4: Observad cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de estos. Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? (Mateo 6:28-30).
Nosotros tenemos una prioridad mucho más alta para Dios que las flores del campo, porque viviremos para siempre, y así podremos darle alabanza eterna.
No obstante, Dios tiene tal cantidad de energía creativa y de cuidado por su creación, que los derrama abundantemente aun sobre las flores, que se marchitan tan solo en cuestión de días. Por lo tanto, sin lugar a dudas, él invertirá la misma energía y capacidad creativa en el cuidado de sus hijos, que vivirán para siempre.
Devocional tomado del libro “Future Grace” (Gracia Venidera), páginas 56-59